miércoles, enero 31

La Moncloa

Como no sabía que vestir, me puse mis mejores galas, mi corbata blanca con topos rosas y me di brillo en los ojos. Cuando llegué a la puerta, un segurata con cara de mala leche me pidió la documentación. Yo le enseñé la carátula de un vídeo de Barrio Sesamo con mi foto, y el tipo comenzó a gritar que si pensaba que él era imbécil. Entonces apareció una señora muy delgada, con pinta de loro y que hablaba muy pero que muy despacio que le dijo al guardia que me dejara pasar. Se presentó como algo de la Vogue y me dijo que ella era también era fan mía, aunque encontraba que la serie era un poco machista, porque se daba una visión estereotipada de la mujer. Se ofreció a salir en algún capítulo, ya que decía que tenía un par de disfraces que quería lucir, uno de danzarina árabe y otro de dominatrix. Le informé que, de momento, ya no colaboraba con Barrio Sésamo, pero que si me daba su currículum se lo pasaría a un par de contactos que aún tengo allí. Me acompañó hasta mi despacho, y allí me dejó.