martes, febrero 6

Mi cita con Acebes

Cuando llego al restaurante y el camarero me acompaña a la mesa del tal Acebes veo que el susodicho me mira con ojos desorbitados. “Bonito color el de su piel”, me dice. No entiendo la fascinación que mi pelaje y mi piel tiene entre algunos residentes en Madrid, pero le agradezco el cumplido. No recuerdo mucho de la conversación, sólo sé que al final acabamos vaciando tres botellas de orujo, cantando la canción del “mana mana” y el himno de algo que se llama la Legión, y Acebes me promete que me enviará cinco cajas de galletas de Ávila. No sé si he conseguido lo que ZP quería...